¿Lo hemos hecho bien?

Los sonidos disminuyen y sus voces se escuchan con más claridad...

— Nada.
— Todo.
— ¿Nosotros?
— Si.
— ¿Es cierto eso?
— ¿Qué?
— Que un mago siempre es la persona justa en el momento preciso haciendo lo indicado.
— Si, más o menos.
— ¿Y nosotros hemos cumplido con ese requisito?
— Técnicamente, el mago soy yo.
— Pero siendo mi alter ego, yo también debo ser un poco como tú... y tú... un poco como yo.
— Cierto.
— Entonces... ¿lo hemos hecho bien? ¿todo?
— No todo, pero aún lo que se hace mal tiene un propósito... a veces hay que hacer algo mal para poder hacer algo bien, más adelante.
— Entiendo.
— Y cuando nos equivocamos, nos equivocamos porque inconscientemente queremos hacerlo así.
— Si, eso ya lo sospechaba.
— En realidad, nada es tan complicado.
— Solo hay que dejar que las cosas sigan su curso.
— Y entonces... podemos ver con mayor claridad.
— ¿Así lo hacen los magos?.
— Así lo hemos hecho nosotros.


Bomba de tiempo...

Cuando todo empezó yo supuse que la canción que más me recordaría a ella (cuando todo terminara) sería Norwegian Wood, pero estos últimos días, la canción que más ha estado dando vueltas en mi cabeza ha sido esta...


No puedo creer que al fin,
parece que aceptamos
que no hay para siempre.

Yo ya no voy a estar,
para verla explotar,
tal vez desde otra dimensión me entere.

Y se que estás aquí por mi,
mas no soy tu misión y anhelo,
hay mucho más en el vivir
que solo hacerlo.

Y siempre voy a estar aquí, 
mas no puedo quedarme a verlo,
te va a tocar desmantelar
esta bomba de tiempo.

No habrá final feliz,
ni palabras de aliento,
lo importante es disfrutar cada momento.

Y nunca voy a olvidar,
dijiste hay que vivir desde el amor
y no de los recuerdos.

Y se que estás aquí por mi,
mas no soy tu misión y anhelo,
hay mucho más en el vivir
que solo hacerlo.

Y siempre voy a estar aquí,
mas no puedo quedarme a verlo,
te va a tocar desmantelar
esta bomba de tiempo.

Y se que tú eres para mi,
pensé que deberías saberlo,
hay mucho más en el vivir
que solo hacerlo.

Y siempre voy a estar aquí,
mas no puedo quedarme a verlo,
te va a tocar desmantelar
esta bomba de tiempo.

Y yo estoy hecho para ti,
y juntos todo lo podemos,
hay mucho más que ver aquí
que lo que vemos.

El día normal de una persona anormal.

Últimamente me siento más extraño que de costumbre.


Los rayos de sol perforaban el frío cristal y poco a poco se filtraban a través de las delgadas cortinas, en cuanto eso pasaba, se deslizaban por la oscura habitación y golpeaban los párpados del cuerpo inerte que yacía sobre la cama de aquel cuarto relativamente vacío.

Apenas hacían contacto con los rayos del sol, sus párpados empezaban a moverse, como si estuvieran luchando con las fuerzas que, por las noches, los mantenían cerrados. Unos segundos después, el cuerpo se movía un poco, la noche ya no pesaba sobre él, era libre.

Se levantaba, balanceando su cuerpo un poco, intentando mantener el equilibrio, mientras sus pensamientos se atornillaban a su frágil mente que a esas horas del día parecía ser más frágil y vulnerable. Se preparaba el desayuno de manera mecánica, no hacía falta pensar mucho, y desayunaba. Cuando sus pensamientos por fin estaban acomodados en el lugar en el que tenían que estar empezaba a hablar, y se contaba a si mismo el itinerario del día, el cual había planeado la noche anterior.

Salía de su casa y se ponía el sombrero, al mezclarse entre la gente él también parecía una persona normal, nadie lo distinguía en medio de todo ese mar de personas que a diario salían de sus casas e iban de un lugar a otro. De repente, él aprovechaba la confusión, todas esas personas a su alrededor, y se perdía. Solo Dios sabe a dónde iba durante el día, y qué era lo que él hacía.

Al atardecer, cuando el sol empezaba a perderse en el horizonte, una sombra alargada se dibujaba sobre la acera de su casa. Era él. Se detenía frente a su puerta y metía la mano en uno de los bolsillos del pantalón, sacaba entonces una llave de aspecto extraño y abría la puerta.

Al entrar, comenzaba a quitarse la ropa y se dirigía a la cama, la noche estaba a punto de llegar. Se sentaba en la orilla de la cama y miraba su reflejo en el espejo que se encontraba frente a él. Después de un largo rato de contemplación, dejaba escapar un suspiro casi infinito y se dejaba caer lentamente sobre la cama, las sabanas empezaban a cubrirlo lentamente mientras él cerraba los ojos, olvidándose de si mismo.

Durante sus últimos segundos de lucidez, un pensamiento atravesaba su mente, el mismo que pasaba por ella todas las noches y que volvía a aparecer por ahí todas las mañanas. Como una estrella fugaz que atraviesa la oscuridad de una mente frágil y oscura, ese pensamiento lo iluminaba por un segundo.

Y antes de quedarse completamente dormido... sonreía.


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...